Año 20. Nº 1


Editorial

 

Convocar es el verbo exacto para definir el objetivo de esta publicación. En efecto, la idea central de esta revista on-line, es convocar a los botánicos a participar en estas páginas electrónicas cuyo fin es difundir el conocimiento de la flora y la vegetación de Chile y de los países vecinos.

 

Convocamos a participar en Chloris Chilensis -revista chilena de flora y vegetación- a todos los botánicos: a los botánicos-biólogos, a los botánicos-profesores, a los botánicos-agrónomos, a los botánicos-forestales, a los botánicos-paisajistas; en fin, a todos quienes tengan algo que publicar que supongan sea de interés para el resto de sus colegas. Convocamos, además, a nuestros amigos de países vecinos a publicar sus trabajos con nosotros en la idea de ir transformando a Chloris Chilensis en una Chloris Austroamericana.

 

Esta convocatoria la dirigimos tanto a los botánicos consagrados como a los jóvenes. Respecto de éstos, queremos que encuentren aquí un medio permanente de difusión de sus seminarios, tesis y proyectos relacionados con la botánica de las plantas vasculares y las briófitas (sensu lato).

 

Queremos construir una revista en la que encuentren espacio los artículos sesudos y las pequeñas notas taxonómicas; los hallazgos de flora, nacionales y regionales; las fenologías de las especies nativas; y los estudios de vegetación que se realizan a partir de las diversas ópticas que conforman el ámbito de la ecología de las plantas. Queremos abrir espacios también para el conocimiento de la historia de la botánica en Chile. Finalmente queremos servir de punto de encuentro para opiniones y noticias generadas desde todos los centros donde se esté aportando a la "Ciencia Amable"-Linneo dixit.

 

Este es primer número de nuestro vigésimo año, todo un logro para una publicación científica botánica, algo marginal, pero con gran llegada a los colegas, a los estudiantes y a los aficionados a las plantas; entre enero y junio tuvimos 840 lectores únicos diarios.


Los trabajos que se presentan en este número son bastante diversos: dos de ellos dan cuenta de hallazgos de nuevas especies de plantas vasculares para la Región de Tarapacá, otro de la llegada a Chile de una maleza que causa preocupación en Australia y California: Euphorbia terracina, luego tenemos un trabajo sobre el algarrobo del Valle Sagrado de los Incas (Prosopis tupayachensis), un interesante artículo sobre cromosomas de una amarilidácea de un complejo difícil de clasificar en Chile (Famatina-Phycella-Rhodophiala); además, un aporte al conocimiento de especies raras en la cordillera de Nahuelbuta y luego, el hallazgo de Lepidium latifolium, una crucífera alóctona nueva para Chile. En especial incluimos un trabajo de educación ambiental botánica ilustrado por niños de una comunidad rural de la región de Coquimbo. Finalmente, P. Novoa nos regala una nota sobre una relación entre Chile y el famoso motín del Bounty, mediado por una especie de orquídea, Ulantha grandiflora.

La invitación a leerlos y la invitación, siempre vigente, y por una vez más renovada para que nos envíen trabajos para el próximo número, el 2 del año 20.

El Comité Editor

 


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