Estableciendo el Estado de Conservación de la Flora de la Región de Coquimbo (IV), Chile.

 

Dr. Francisco A. Squeo

 

Departamento de Biología, Universidad de La Serena, Casilla 599, La Serena, Chile

E-Mail: fsqueo@userena.cl

 

La región chilena con clima de tipo mediterráneo está considerada dentro de los 25 “hot spot” de diversidad vegetal del mundo. En sus 300.000 km2  posee 3.429 especies de plantas vasculares con un 46,8 % de especies endémicas de Chile. En el extremo norte de esta área, la Región de Coquimbo (IV) posee una diversidad florística que supera la de otras regiones de Chile; en sólo 4.500 km2 existen cerca de 1.600 especies nativas, de las cuales el 54% son endémicas de Chile, y el 20% son endémicas de Chile centro-norte (III a V Región). La alta diversidad puede ser explicada por una combinación de factores. Por un lado, las condiciones de ecotono determinan una flora mixta en que se mezclan elementos florísticos propios del desierto de Atacama con otros provenientes de Chile Central y por otro, se suma la existencia de una alta heterogeneidad espacial que ofrece numerosos micro-ambientes propicios para diferentes grupos de especies, incluyendo condiciones meso-climáticas y edáficas que permiten la subsistencia de formaciones vegetacionales relictas que ocuparon Chile Central en el pasado. Entre estas últimas se encuentran los bosques  relictos de Fray Jorge y Talinay, en la comuna de Ovalle, y los bosques pantanosos de mirtáceas y canelo (Drimys winteri) en Los Vilos . Estos factores, en parte, también explican el importante nivel de endemismo regional, al que se suma la existencia de barreras geográficas y climáticas, presentes y pasadas, que determinan condiciones de aislamiento de la flora. Efectivamente, la cordillera de Los Andes por el este, el desierto de Atacama por el norte, y la vegetación esclerófila de Chile Central, asociada a un clima más lluvioso, por el sur, habrían sido barreras biogeográficas que propiciaron la evolución de nuevas especies. La especiación local también habría sido favorecida por las fuertes variaciones climáticas durante los ciclos glaciales - interglaciales, y desde el fin de la última glaciación hace 11.000 años A.P., por períodos más secos que el actual o más húmedos que en la actualidad.

 

 

La aparición de nuevas especies en la región, producto de la evolución local o de la inmigración de especies de otras zonas, estuvo acompañada, en el pasado, por eventos de extinción. Fenómenos de cambios climáticos de escala regional y/o global y la competencia con las especies colonizadoras, son algunos de los factores que explican esas extinciones en el pasado. Desde la llegada del hombre hace unos 10 a 11.000 años, emergió una nueva presión selectiva sobre la flora, la que habría determinado el cambio de abundancias relativas, y posiblemente la extinción de un número de especies. Factores como el pastoreo, la extracción de leña, la llegada de nuevas especies exóticas de plantas y animales y, posteriormente, el desarrollo de la agricultura y la minería, el cambio de uso del suelo, el desarrollo de los pueblos y las ciudades, el desarrollo de programas de forestación y últimamente, el turismo, son algunas de las actividades humanas han tenido un impacto creciente sobre la riqueza de la flora regional. En la actualidad 3/4 partes de la vegetación regional tiene niveles de impacto antrópico moderado a alto. La actividad agrícola y el pastoreo, primariamente con caprinos, aparecen como las principales causas antrópicas locales que explican el actual grado de deterioro de la flora regional. Sin embargo, hay factores climáticos que también han acrecentado ese deterioro como por ejemplo,  la reducción de las precipitaciones, que en los últimos 100 años ha bajado desde cerca de 170 mm anuales en promedio, a principios del siglo XX,  a menos de 80 mm en la actualidad. La intensificación de la agricultura a significado una importante reducción del hábitat para las especies nativas, y habría causado la extinción de varias de ellas.

 

Listas Rojas

 

El actual sistema de evaluación de impacto ambiental (SEIA) chileno contempla la existencia de una lista de las especies que poseen problemas de conservación. Hasta ahora, el principal referente utilizado son los libros rojos publicados por CONAF hace más de una década. El Libro Rojo de la Flora de Chile publicado en 1988,  que fue el resultado de un seminario de expertos realizado en 1996, puede ser interpretado como la primera aproximación hacia este requerimiento legal. Este libro contiene un listado de especies leñosas, principalmente arborescentes, que según el grupo de expertos convocados para tal efecto, opinaron que tenían problemas de conservación en los niveles nacional y regional. Sin embargo, en este texto hay poca o nula representación de las formas de vida herbáceas y suculentas. Estas listas marcaron un hito importante, haciendo posible discriminar el impacto sobre la flora que tendrían los nuevos proyectos productivos que se someterían al SEIA, y en menor medida, han permitido establecer programas especiales de conservación. Existe coincidencia en la comunidad científica naturalista, que esta lista, junto con estar sesgada hacia las especies arbóreas, es incompleta y requiere un urgente re-análisis. En estas últimas dos décadas se ha ido consolidando un cuerpo teórico, que acompañado por la nueva información en la biología de la conservación de las especies y por el desarrollo de la capacidad tecnológica para procesarla, permiten pensar que es posible lograr un avance significativo. Este avance científico ha ido acompañado de una creciente sensibilidad ambiental en la población, que se ha traducido en la existencia de una voluntad política para enfrentar los problemas ambientales ligados al desarrollo, entre los que la protección de la biodiversidad local tiene un lugar destacado.

 

CONAMA y su reglamento

 

Desde hace un tiempo, la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) ha estado elaborando un reglamento para establecer el estado de conservación de las especies a nivel nacional. El actual pre-reglamento establece un sistema metodológico basado en jerarquías de análisis. Para las plantas terrestres reconoce las categorías de conservación (deberían ser “de riesgos de extinción”): a) extinguida, b) en peligro de extinción, c) vulnerable y d) fuera de peligro. A diferencia de la metodología con que se hicieron los primeros libros rojos, la que se basó enteramente en la percepción consensuada que tenían los expertos respecto del riesgo de extinción de una especie, el nuevo reglamento plantea umbrales numéricos que permitirían establecer o inferir el riesgo probabilístico de extinción de una especie. Adicionalmente, se plantean jerarquías de información, desde un ideal que involucra un análisis de vulnerabilidad poblacional (AVP), a umbrales mínimos de número de individuos o poblaciones o evidencias de reducción en el número de individuos o poblaciones. También toma en cuenta, si no se dispone de la información anterior, el establecer la categoría de vulnerable para las especies endémicas de Chile a nivel  de géneros y familias monoespecíficas. A la fecha de esta publicación, el reglamento aún no ha sido promulgado.

 

La Región de Coquimbo (IV) como un primer estudio de caso

 

En forma pionera, el Gobierno Regional de Coquimbo licitó durante 1999, el estudio para la “Actualización de la Flora Nativa Clasificada en Categoría de Conservación para la Región de Coquimbo”. Este proyecto es financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (Código B.I.P. 20146564-0) y la CONAF actúa como el organismo técnico. El proyecto está siendo ejecutado por científicos de la Universidad de La Serena, en conjunto con otros investigadores de la Universidad de Concepción, Museo de Historia Natural, Universidad de Chile y el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias. Entre los productos finales del proyecto están la edición de un libro rojo de la flora de la Región de Coquimbo, un diaporama digitalizado y un sitio web.

 

Este proyecto tiene como objetivo establecer el estado de conservación de la flora vascular nativa de la Región de Coquimbo, con énfasis en las especies leñosas y suculentas. A pesar que este proyecto se inició en septiembre de 1999, unos meses antes de discusión pública del pre-reglamento de CONAMA, hay coincidencia en la necesidad de mejorar la discriminación de las especies de plantas que presentan problemas de conservación de aquellas que no lo tienen, con la finalidad de orientar políticas públicas y privadas en la conservación de los recursos vegetales nativos.

 

El enfoque metodológico considera el uso integrado de variables, tanto numéricas, como de la biología de las especies, que den cuenta del riesgo de extinción a nivel regional, provincial y comunal. En el marco de esta metodología se consideró un muestreo florístico dirigido de la mitad de las cuencas de la región, información que se sumó a las bases de datos de las colectas de los principales herbarios de Chile (Universidad de Concepción, Universidad  de La Serena y Museo Nacional de Historia Natural). Adicionalmente, se incorporó la información existente en monografías publicadas y en algunos estudio de línea de base con suficiente fortaleza. En la actualidad, se cuenta con una base de datos georeferenciada con cerca de 40.000 registros, con datos de distribución que parten desde el primer tercio del siglo 19 gracias a las pioneras colectas de Claudio Gay. El análisis histórico de la distribución conocida de las especies permite tener una medida de la reducción de las poblaciones, y en algunos casos, detectar la potencial extinción de las especies.

 

Primer Taller de Validación


Los días 1 y 2 de septiembre del 2000, se reunió en La Serena un grupo de cerca de 70 especialistas de las universidades chilenas, de organismos privados y de reparticiones del estado con conocimiento del tema, con la finalidad de realizar un Taller de Validación de la metodología y resultados alcanzados por el proyecto al cumplirse un año de su inicio (Ver foto de los participantes en la Figura 1). La discusión metodológica se baso en dos aspectos: a) los parámetros posibles de utilizar para estimar el riesgo de extinción de cada una de las especies de la flora de la región, y b) los umbrales que permitirían establecer una de las categorías de problemas de conservación establecidas por la ley.

Entre los resultados preliminares mostrados en el Taller se encuentra que de las 46 especies consignadas con problemas de conservación en los libros rojos, 39 se mantienen, entre ellas Myrcianthes (Reichea) coquimbensis (Fig. 2) y Jubaea chilensis, la palma chilena, (Fig. 3) y 7 son traspasadas a la categoría sin problemas. Adicionalmente se incluyó, en forma preliminar, a 110 nuevas especies, lo que elevó a 149 las especies de plantas con problemas de conservación a nivel regional, 41 de ellas en la categoría “en peligro de extinción” a nivel regional, entre ellas Lapageria rosea, el copihue, detectada por primera vez en el bosque de Fray Jorge en una de las exploraciones del proyecto. Esta información se encuentra disponible para su análisis y discusión en el sitio web: http:// www.uls.cl/biologia/conaf/lrojo.html, la que será continuamente actualizada hasta el término del proyecto.

 

Cumpliendo con los objetivos del Taller, se discutieron los aspectos metodológicos y resultados alcanzados por el proyecto en el ámbito de definir el estado de conservación de la flora regional y los sitios prioritarios para su conservación. Adicionalmente se realizó una excursión de discusión hacia una de las zonas establecidas como prioritarias para la conservación de la flora regional. Por último, se solicitó a los especialistas invitados que hicieran llegar sus conclusiones individuales respecto a los temas tratados.

 

Discusión y conclusiones del Primer Taller de Validación

 

Uno de los problemas más difíciles de resolver en estudios de diversidad florística en Chile es la escasez de botánicos sistemáticos, y la falta de políticas claras que  fomenten su formación y espacios de trabajo, así como el crecimiento y estudio de las colecciones de herbario realizados con técnicas modernas.

 

Basados en la propuesta de Reglamento de CONAMA para establecer el estado de conservación de las especies a nivel nacional, se discutió sobre la validez de utilizar indicadores numéricos con umbrales pre-establecidos (p. ej., un determinado número de individuos o poblaciones). Tanto de la discusión general, como por las conclusiones individuales queda claro que el tema la biología de conservación no es una ciencia exacta, que los indicadores numéricos son uno de los elementos a considerar, pero que la decisión debe ser hecha por los especialistas. Considerando el estado de desarrollo relativamente precario de la biología naturalística en nuestro país, y la necesidad urgente de proteger desde ahora mismo los recursos amenazados, se consideró apropiada la estrategia de integrar criterios cuantitativos, hasta donde sea posible, con criterios cualitativos, para especies cuya biología y ecología es menos conocida. Se planteó que la normativa chilena en espíritu siempre tiende a  hacer que la naturaleza funcione como a nosotros nos gustaría, sin embargo, ella tiene sus propias reglas, por lo que umbrales rígidos -tal como se establecerían en el reglamento- no representarían, necesariamente, umbrales con significado biológico.

 

La región de Coquimbo cuenta en estos momentos con una buena cobertura de muestreo florístico, con una georeferenciación que permite un análisis distribucional de las especies, y por lo tanto es posible establecer una definición operacional para estimar el número de poblaciones basado en los núcleos de distribución y las características de cada especie. Sólo en algunos grupos de plantas es posible hacer estimaciones del número de individuos, otro de los parámetros planteados en el reglamento.

Respecto a los indicadores de reducción poblacional, en general se aceptaron como válidos para las especies longevas la utilización de la estructura de tamaños (edades) de la población como un indicador de su riesgo de extinción. La predicción que se debe hacer de una población compuesta sólo por adultos, es que esa población no se está renovando y mientras esa condición exista, hay un alto riesgo de extinción. Un planteamiento conservativo, salvo que se tenga evidencia que indique lo contrario, es que las condiciones que impiden su regeneración no cambiarán en el futuro.

 

En cuanto a la pertinencia de los criterios para definir los "sitios de interés para la conservación de las especies leñosas y suculentas con problemas de conservación", se consideró que los seleccionados (i.e., análisis de concentración de especies con problemas de conservación, análisis de endemismos, áreas de concentración de biodiversidad vegetal) constituyen los parámetros que mejor expresan e integran el doble imperativo que nos impone nuestro presente: la necesidad práctica de proteger, ahora, los sitios con flora nativa amenazada, como la necesidad científica y ética de entregar a las generaciones futuras un patrimonio botánico de enorme valor histórico-biológico.

 

Del análisis de los Sitios Prioritarios pre-seleccionados, se destacó que se requiere establecer en forma urgente un sistema de protección para el área de Punta Teatinos al cerro Juan Soldado, puesto que esta área presenta un alto nivel de endemismo, una alta concentración de especies con problemas y una flora con alta unicidad regional, no representada en el resto de la región.

 

Este proyecto contempla un segundo Taller de Validación para fines de abril del 2001, y la entrega de los productos finales para mediados de julio del 2001.