Año
19. Nº2
NATURALISTAS ALEMANES EN LA CORDILLERA DE LOS ANDES EN EL SIGLO XIX: RUDOLPH AMANDUS PHILIPPI
“Nada más sublime que el estudio de la naturaleza”
R. A. Philippi
Graciela
Lorna Alfonso
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales,
Universidad Nacional de La Pampa
Santa Rosa-Argentina
E-mail glalfonsoarregui@gmail.com
Desde la perspectiva actual, donde la especialización es la moneda corriente, los viajeros naturalistas “sabios universales” resultan una especie extinta de invalorable interés. Aquí se rescata a uno de ellos con el fin de tratar de interpretar cuáles eran sus mayores interrogantes, qué postura epistemológica sostenía sus observaciones, cuál era el rol social que adjudicaba a su trabajo.... en definitiva, qué fuerza indagadora lo movía a través de su vida.
Rudolph Amandus Philippi (1808-1904) (Fotografía 1) fue un naturalista alemán que en el año 1851 llegó a Chile, donde permaneció por más de 50 años, hasta el fin de sus días. Fue uno de los tantos que se incorporó al ejército de los que, armados con lápiz, brújula y caja de herborista, se proponían la interminable tarea de intentar descifrar los misterios de la naturaleza. Por ese entonces, el espíritu humboldtiano era compartido por la mayoría de los científicos de la naturaleza, con más razón, en el caso de Philippi, cuyos primeros estudios formales los realizara en la academia del prestigioso filósofo y educador Pestalozzi, quien proponía como innovador método de aprendizaje la contemplación en vez de la memorización como herramienta para acceder al conocimiento (Steenbuck, 2003).
SU VIDA EN EUROPA
Siendo niño comenzó las prácticas que luego darían calidad a sus estudios, el dibujo -que perfeccionó como alumno de la Academia Real de Berlín-, la recolección e identificación de todo tipo de plantas e insectos, los estudios de distintos idiomas, ya que cuando adulto hablaba con fluidez el latín, griego, inglés, francés, italiano y castellano. También en la niñez comenzó sus primeras exploraciones a las montañas del Jura, con profesores y compañeros, experiencia clave para sus posteriores tareas.
R. A Philippi tuvo una excelente educación, lograda, entre otras razones, por conceder al estudio la mayor prioridad entre sus actividades; ello a pesar de proceder de una familia disgregada. Sus padres se habían separado siendo él muy pequeño, y, además, con su hermano se tuvieron que hacer cargo del cuidado de su madre, lo que los llevó a transitar por serias dificultades económicas. En la prestigiosa Universidad de Berlín, dirigida entonces por Hegel, y en la que cursaban sus estudios Humboldt y Lichteistein entre otros, estudió medicina con el fin de solventarse económicamente, ejerciendo esta profesión como su deber a la par de la de naturalista como su pasión.
La situación política y social de Alemania en las décadas de 1830 a 1850 era turbulenta, para R.A. Philippi resultó muy difícil conseguir quien apadrinara sus exploraciones. El mecenazgo ejercido por nobles era la forma corriente de financiamiento a las que se sometían los científicos no pudientes, como por ejemplo Friedrich W. Sieber, quien viajó en nombre del Duque de Hoffmannsegg a Brasil, y sus colecciones formaron parte del futuro Museo de Historia Natural de Berlín; otros, con fortunas personales como Alexander von Humboldt podían costearse sus viajes en forma independiente.
En la década de 1830 a 1840, Philippi hizo dos viajes a Italia gracias a la invitación de sus colegas y coterráneos, Friedrich Hoffmann y Escher von der Lind, con el fin de llevar a cabo estudios de fauna, flora, geología y paleontología. Como resultado de estas exploraciones publicó dos libros sobre moluscos vivientes y fósiles: Enumeratio Molluscorum Siciliae cum viventium tum in tellure tertiaria fossilium, quae in intinere observavit (Berlín, 1836) y Abbildungen und Beschreibung neuer oder wenig gekannter Conchylien, unter Beihülfe mehrerer deutscher Conchyliologen herausgegeben (Kassel 1845-1851). Pese a los éxitos como investigador logrados mediante el reconocimiento que el mundo científico otorgó a estas obras, la primera editada en un volumen único y la segunda en tres volúmenes de gran calidad, especialmente por la excelencia de sus litografías, no consiguió concretar su aspiración de obtener una cátedra universitaria. Debió ganar su sustento –y el de su familia, ya que en 1836 se casó con Karoline Krummwiede- con clases particulares, asesorías en trabajos botánicos y de microscopía, hasta conseguir un puesto de profesor en el liceo industrial de Kassel.
A raíz de la proclamación de la Segunda República Francesa en 1848, que derivó en distintos avances revolucionarios en Europa central, en el Gran Ducado de Baden se iniciaron revueltas y de allí se extendieron hacia el norte, los sectores en lucha estaban unidos por intereses muy disímiles, los campesinos pertenecientes a los sectores sociales de menor desarrollo luchaban por la reducción de las tasas arancelarias que los mantenían en la miseria y los burgueses procedentes de las ciudades reclamaban reformas políticas y constitucionales. A pesar de la primera intención de Philippi de no involucrarse en cuestiones políticas, encuentros sangrientos en Sajonia, Hannover, Baden, Kassel y otras ciudades lo llevaron a cambiar de actitud, por lo que este liberal moderado acabó comprometido con los ideales progresistas con vigor. Luego del fracaso de estos intentos revolucionarios, la restauración del gobierno de Federico Guillermo IV obligó a Philippi a refugiarse primero en Gottingen y luego en Karlshütte (Steenbuck, 2003).
En 1848, su hermano Bernardus Eunom Philippi fue comisionado por el gobierno de Chile con el fin de interesar a colonos alemanes a radicarse en el país, la “Ley de Colonización de Tierras”, promulgada en 1845, había allanado el camino para potenciales nuevos inmigrantes (Blancpain; 1974). Por ello Rudolph decidió probar suerte en este continente.
SU VIDA EN AMÉRICA.
América era una tierra virgen a cada paso era posible, para un observador entrenado, encontrar nuevas criaturas no descriptas para la ciencia, aún hoy, ciento cincuenta años después, la prospección básica está lejos de estar concluida. La Región Neotropical ofrece la mayor diversidad biológica y es la menos conocida del planeta. Este paraíso para un naturalista, un terreno propicio para la generación de hipótesis explicativas acerca del porqué de esta diversidad, encontró en Philippi una arraigada concepción creacionista. En un manuscrito titulado “El estudio de las ciencias naturales” de aproximadamente 1830 decía: “Nada más sublime, nada más relijioso que el estudio de la naturaleza.-Por la obra se conoce al maestro, i en las maravillas del mundo se ha revelado su creador. El (....), que sabe, que por millones de siglos las mismas leyes han regido en el movimiento de los astros, que esta admirable máquina que llamamos el mundo se ha movido siempre sin roce, sin necesidad de compostura, el que sabe que las mismas leyes fundamentales determinan las funciones vitales de los seres que viven en nuestro globo, en este átomo de la creación, se formará sin duda una idea más perfecta del Autor Supremo, que el que ignora todo eso, i que tiene por eso la pretensión de creer, que el mundo ha sido creado para él no más.” Con una visión ingenua que quizá devele la intencionalidad de mostrar que al conocimiento científico como puramente neutral y desinteresado, concluye el mismo texto: (...) “El estudio de la naturaleza, la contemplación de sus varios productos será siempre una fuente inagotable de los goces más puros, que nunca dejan remordimiento, i no despierta jamás pasiones mezquinas” (Philippi, 1830).
Por la amplitud y resultados de sus investigaciones recibió las felicitaciones de Charles Darwin, por vía de una carta –conservada en la colección particular de Bruno Philippi (Santiago -no vista-) fechada 03 abril de 1882-, donde le reconoce el mérito de ser el responsable de gran parte del conocimiento sobre la historia natural chilena.
Philippi, que conocía los postulados explicativos de la “herencia con modificación” propuestos por Darwin en “El Origen de las Especies” no adhería a las posturas revolucionarias del inglés. En un apartado de su libro “Elementos de Historia Natural”, titulado “Sucesión de varias creaciones” expresa: “¿Cómo explicar el hecho de que se han sucedido varias creaciones de seres orgánicos, plantas i animales? Comprendemos perfectamente bien que una creación entera debía perecer de repente, sea por una grande revolución, como sería p.e. la que cambiara una gran parte del océano en tierra firme ö vice-versa, porque ni los animales marinos pueden seguir viviendo en la tierra, ni los terrestres en el fondo del mar. Comprendemos igualmente que una creación entera debía perecer, poco a poco, cuando las condiciones de existencia se cambiaban paulatinamente v. gr. disminuyendo la temperatura, como lo pretende la hipótesis del enfriamiento de nuestro globo. Pero lo que no comprendemos de ninguna manera es, cómo han venido las especies de la nueva creación que reemplazó a la antigua. ¿Las creó Dios inmediatamente de los elementos? Ó son, como pretenden algunos naturalistas, las mismas especies antiguas que, poco a poco, han cambiado su forma y demás caracteres, de modo que nos parecen especies? Es, para esponer el punto estremo a que han llegado algunos naturalistas, acaso el hombre nada más que un mono transformado en el transcurso de los tiempos? (…) I aun la última cuestión no es tan ridícula como parece a primera vista. El que estos escribe, no cree en este cambio de una especie en otra a no ser de un modo mui limitado, (….) En el mismo texto se refleja también el espíritu de época, los sólidos principios baconianos que caracterizaron a los naturalistas de su tiempo, “Sólo el estudio minucioso de los restos fósiles, la comparación escrupulosa de uno con otro i con las especies actualmente existentes podrá arrojar con el tiempo alguna luz sobre este punto, aunque es probable que no conoceremos jamás el secreto de la creación. No despreciemos, pues estos estudios, que a primera vista pueden parecer inútiles, pueriles, porque sólo ellos procuran la base sobre la cual se puede elevar un edificio sólido; un hecho bien observado vale más que un volumen con brillantes frases, brillantes como las flores que hoy halagan nuestra vista y mañana están marchitas.” (Philippi, 1866)
PHILIPPI COMO INVESTIGADOR
Durante los 74 años de su intensa vida científica, el número de publicaciones, artículos y textos, redactados por Philippi y editados principalmente en alemán, castellano y latín tanto en su país natal como en Chile, supera los 400. Incluye zoología, botánica y mineralogía, paleontología, geografía, geología, meteorología y etnografía. Se destacan sus libros sobre fósiles terciarios y del cuaternario de Chile (Gotschlich, 1904). En colaboración con su hijo Federico, que lo sucedió en sus investigaciones botánicas describió más de 3700 especies de plantas, de las que 1017, aproximadamente un quinto de la flora de Chile, son válidas actualmente. (Castro et al., 2006). Sus trabajos zoológicos lo llevaron a incursionar en temas tan diversos como aves, mamíferos terrestres y marinos, peces, moluscos, crustáceos, equinodermos, anfibios, hirudíneos y dípteros. Desde la óptica actual, cualquiera de estos taxa implicaría para un sistemático un campo de amplitud prácticamente inabordable en su totalidad, en el caso de Philippi a éstos se les deben sumar investigaciones en los de ámbitos botánico, geológico, antropológico, médico, sociológico y lingüístico, entre otros.
Las expediciones de recolección las llevó a cabo hasta muy avanzada edad, con 82 años emprendió el tramo comprendido entre Concepción y Arauco, incluido un ascenso al a los nevados de Chillán. Se destacan las excursiones a Osorno, en las que los trabajos cartográficos de Philippi brindaron información para proponer los primeros mapas de la zona, y la del desierto de Atacama, que constituyó la primera expedición científica a esa región.
El interés de R. A. Philippi por los estudios etnográficos se pone de manifiesto en la obra donde describe el viaje realizado por el desierto de Atacama en el verano de 1853 a 1854, en ella además de una exhaustiva descripción de la zona desértica, desde el punto de vista mineralógico y geográfico, ofrece un punto de vista histórico y antropológico, tanto en el área de la Antropología Física como en la Lingüística de las etnias descritas por él en esta región del norte de Chile (Larraín, 1994). Es interesante el testimonio que hace de la lengua atacameña o Kunza, hoy ya perdida en el habla cotidiana pero aún vigente en la época en que Philippi hace su viaje a Atacama y que según este autor se hablaba en las localidades de San Pedro de Atacama, Toconao, Soncor y Socaire (Lehnert, 1987).
También en su trabajo “Sobre los indígenas de la provincia de Valdivia” se ocupa de describir caracteres físicos, ropas y costumbres de los araucanos, sobre sus conocimientos botánicos expresa: “Los indígenas conocen muy bien las hierbas curativas y venenosas del país y algunas indias son grandes expertas en el arte de la toxicología, incluso utilizan sus conocimientos frecuentemente para dañar a otros” (Larroucau, 2003).
Philippi, como representante del pensamiento científico hegemónico de su época, consideraba la superioridad del hombre blanco como un hecho incuestionable: “Nadie negará que hay mucha diferencia entre el físico del negro y del blanco; la diferencia entre el negro y el mono más perfecto es ciertamente mucho mayor, pero no es tan enorme, para que sea imposible establecer la hipótesis de que haya podido haber seres intermedios entre el mono y el negro. Ý en el caso de que los haya habido, ahí está la posibilidad de que aun el hombre blanco haya tenido por abuelo a un mono, digo la posibilidad, lo que no prueba de ninguna manera que sea también efectivo” (Philippi, 1866).
Sin embargo, los términos con los que se refiere a los indígenas no son particularmente racistas: “Indudablemente el pueblo es consciente de que anteriormente la tierra les pertenecía a ellos por completo y ahora está sometida a dueños extranjeros que con frecuencia los explotan, los engañan y los tratan con desprecio, y cuando se reúnen para alguna orgía se escuchan todavía con frecuencia cantos de añoranza por la libertad perdida...”, y, adjudica a los responsables de la conquista española la decadencia en su cultura y el uso del alcohol como forma de dominación. En el mismo texto refiriéndose a las drásticas reducciones del número de habitantes nativos en Valdivia: “El que ésta haya disminuido de tal manera no es tanto culpa de las guerras con los españoles.... como la enfermedad de la viruela, la epidemia de Ruhr y en los últimos tiempos, el aguardiente” (Larroucau, 2003).
PHILIPPI COMO EDUCADOR
Pero no fueron sólo los resultados de sus investigaciones científicas los que determinaron la trascendente influencia de Philippi en el desarrollo del conocimiento de la historia natural de Chile y del oeste de Argentina. No menos importante fue su labor como educador. Cuando en 1866 publicó la primera edición de sus “Elementos de Historia Natural”, éste se constituyó en el primer libro destinado a la enseñanza de las ciencias naturales en Chile. Esta publicación recibió una clara oposición de la iglesia católica, que anteriormente, en 1852, se había opuesto a que un luterano impartiera clases a niños católicos. Con la edición de este texto temían que se expusiera la teoría darwinista de la evolución. Temores infundados ya que Philippi, como vimos anteriormente sostuvo una visión creacionista, no aceptó la postura evolutiva, para él el rol del naturalista era el de realizar una prospección detallada de la naturaleza.
OTROS APORTES
Como parte de los aportes decisivos de R.A. Philippi al desarrollo de la ciencia en Chile, no podemos dejar de mencionar la dirección del Museo de Historia Nacional hasta su renuncia a la edad de 89 años (Barros-Arana, 1904. El museo había sido creado en 1830 por Claudio Gay y hasta 1876, no contaba con un edificio propio. Fue a instancias de Philippi que se trasladó hasta el inmueble en que se encuentra en nuestros días, en la Quinta Normal, en Santiago. En el mismo predio organizó el primer jardín botánico de Chile. Tarea que lo llevó a entrar en conflicto con las autoridades chilenas ya que si bien desde 1853 se le había confiado oficialmente la tarea de creación de un jardín botánico, no fue hasta 1876 ¡13 años después! cuando se pudo concretar la empresa por falta de financiamiento. En un manuscrito de 1895 (Larroucau, 2003) refiere los pormenores de su designación, problemas presupuestarios y designación de colaboradores “(...) Cuando fui nombrado en octubre de 1853 profesor de historia natural de la Universidad de Chile, el decreto de mi nombramiento me impuso también la creación de un Jardín Botánico. (...) En la búsqueda de los recursos para su creación se entrevistó con el inspector de la Quinta Normal, hombre que había recibido instrucción en Estados Unidos y fuera por algún tiempo Ministro del Interior: “i don Jerónimo Urmeneta me confesó francamente que no se había consultado en el Presupuesto plata alguna para este Establecimiento, porque el Gobierno no sabía que cosa era un Jardín Botánico”. De todas maneras en colaboración con su hijo Federico, en apenas diez años de trabajo lograron reproducir más de 2000 especies.
En los momentos de abatimiento surgidos al intentar atravesar innumerables obstáculos burocráticos expresaba en una carta confidencial a su amigo Guillermo Frick:
“Nadie en las regiones superiores tiene el mínimo interés en el museo, el jardín botánico, las ciencias en sí. Más de una vez estuve a punto de botar la empresa y solamente por consideración a mis hijos me contenía de hacerlo”
Es destacable también su sentido práctico, que se manifestó en trabajos sobre ostricultura y presumiblemente a raíz de su formación médica a los de animales relacionados con enfermedades humanas como los dípteros y las sanguijuelas.
Por último, quisiéramos destacar su fino sentido del humor, la humildad y capacidad de burlarse de sí mismo que expresa en esta carta del 7 de diciembre de 1858 dirigida a su amigo Guillermo Frick:
“¿Qué es lo que hace Philippi? Caza moscas, las observa a través de una gruesa lente, y las dibuja en un papel. Así de extraño resulta el modo en que algunos se ganan el pan de cada día.”(Eyzaguirre-Philippi, 2008).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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PHILIPPI, R.A. Sobre
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En: Larroucau M. 2003 (ed.) Rudolph
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STEENBUCK, U. 2003
Rudolph Amandus Philippi (1808- 1904): vida y obra.
En: Larroucau, M. (ed) Rudolph Amandus Philippi: El orden prodigioso del mundo natural:
11-28. Universidad Austral de Chile y Pehuén Editores, Valdivia, Chile.
Citar este artículo como:
Alfonso, G.L. 2016. Naturalistas alemanes en la cordillera de los Andes en el siglo XIX: Rudolph. A. Philippi. Chloris Chilensis Año 19. N° 2. URL: // WWW.chlorischile.cl