NATURALISTAS ALEMANES DEL SIGLO XIX EN
SUDAMÉRICA: EL VIAJE EXPLORATORIO DE
FRIEDRICH LEYBOLD DE 1871
W. A. MUIÑO* & A. O. PRINA**
*Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, **Facultad de Agronomía,
Universidad Nacional de La Pampa, Argentina. e-mail: prina@agro.unlpam.edu.ar
En este trabajo se realiza un análisis del libro de Leybold titulado Escursión a las pampas arjentinas. Hojas de mi diario. Febrero de 1871, con un enfoque hacia la ideología
imperante en el mundo científico de la segunda mitad del siglo XIX, enmarcada en el contexto sociopolítico local e internacional. Antes de entrar en el análisis propiamente dicho del
citado texto, cabe aclarar que a pesar del título del libro en cuestión, el viaje de Leybold se lleva cabo en su totalidad en territorio chileno.
En el año 1865, el naturalista alemán Friedrich Leybold (18271879) desembarca en Chile e inicia sus estudios por la región viajando por el río Maule y su región volcánica; por la
provincia de Colchagua, por el río Cachapoal y por el curso superior del río TinguiriricaLeybold era miembro de la Academia Cesárea Alemana LeopoldinoCarolina de Naturalistas y
corresponsal de varias sociedades científicas de Europa y América. En febrero de 1871 inicia un viaje exploratorio cruzando la cordillera de los Andes cuyo punto de partida es Santiago
de Chile, llegando en su punto extremo oriental a la localidad de San Carlos, en Mendoza, a partir de la que inicia el regreso.Como todos los viajes de esa época el enfoque exploratorio
se dirigía hacia la descripción de nuevas especies de animales y plantas, en un contexto histórico caracterizado por la búsqueda de recursos naturales para su explotación como materias
primas para la industria. Ya en el siglo XVIII la sistematización de la naturaleza se manifiesta como el proyecto de lo que algunos editores de libros de viajes denominaban El imperio
europeo, (Pratt, 1997); ya en el siglo XIX, el abordaje científico producido por Alcides DOrbigni y refiriéndonos exclusivamente a la Patagonia, puede interpretarse como un paso
decisivo hacia la apropiación iniciada con el redimensionamiento político del espacio colonial impulsado en el siglo XVIII (Navarro Floria, 2000). Sin duda a mediados del siglo XIX,
cuando se analizan los relatos de viaje de estos personajes, la mayoría de las veces se arriba a la conclusión de que la concepción de los científicos europeos que recorrían las tierras
americanas era la de sentirse dueños de los hallazgos, y como se verá más adelante, en dichos del propio Leybold, muchos de ellos sentían un notorio desprecio hacia los nativos y su
económico y sobre todo el uso de los recursos indiscriminadamente, por encima de la concepción de respeto a la diversidad biológica y que se visualiza en dos aspectos: nuevos
recursos (territoriales, biológicos o geológicos) y eliminación de especies nocivas (vegetales, animales o incluso seres humanos). En este sentido, muchas veces los propios gobiernos
de las naciones americanas sustentaban esta misma concepción. Como se verá más adelante, muchas de las expresiones que vierte Leybold en su relato de viaje son claras alusiones a la
aplicación del darwinismo social, casi al mismo tiempo en que se publica la segunda obra de Darwin.
El contexto científico y tecnológico internacional
El segundo tercio del siglo XIX fue un tiempo en el que la ciencia tuvo una importancia creciente en los avances tecnológicos. Los descubrimientos no tenían el efecto que tuvieron durante el siglo anterior en lo referente a la creación de maquinarias novedosas, pero dio como resultado un mejoramiento de la tecnología ya existente y la producción a una escala mayor de estas maquinarias y de las manufacturas que éstas producían. Esta situación satisfizo la demanda existente a lo largo del siglo y aunque otros países europeos comenzaban a aparecer como fuertes competidores, Gran Bretaña siguió siendo el centro del desarrollo tecnológico del mundo occidental. (Bernal, 1979). Cabe recordar en este sentido la famosa Exposición de 1851 celebrada en el Crystal Palace de Londres.
En el último tercio del siglo XIX culmina una etapa del capitalismo. El capitalismo del libre comercio liderado por Gran Bretaña da paso a uno de tipo financiero representado por Francia, Alemania y EE.UU. de Norteamérica, países que comienzan a disputar mercados.
En Gran Bretaña, la crisis de sobreproducción hace que sea necesaria imperiosamente la ubicación de esas manufacturas en exceso, por lo que la búsqueda desesperada de nuevos mercados genera una importante expansión colonialista. Esta situación abrió camino al desencadenamiento de diferentes conflictos armados que condujeron posteriormente a las grandes guerras del siglo XX. (Bernal, 1979)
En el campo de la medicina científica, los avances significaron un mejor control de las enfermedades infecciosas, lo que facilitó la explotación de áreas tropicales en pos de la expansión colonial.
Las últimas décadas del siglo XIX también establecen un punto de inflexión en el desarrollo de la ciencia. Se podría decir que esta etapa marca la culminación del impulso científico del período newtoniano y da inicio a las grandes revoluciones científicas y políticas del siglo XX.
En el campo industrial, el cambio no era menor. Mientras una transformación lenta se daba en Inglaterra, en otros países, como EE.UU. de Norteamérica y Alemania, la competencia entre las empresas familiares dio como resultado la formación de importantes compañías por acciones que se convirtieron en el siguiente siglo en grandes monopolios comerciales.
Simultáneamente, los conflictos bélicos generaron una fuerte demanda de armamento, por lo que la industria de guerra adquirió gran impulso. Debido a esto, se produjeron aplicaciones novedosas como la mecanización del arte bélico, las invenciones destinadas a la guerra submarina y a la fabricación de grandes explosivos.
Sin embargo, más allá de los avances antes mencionados, lo que transformó no solo el pensamiento científico, sino que llegaron a influir fuertemente en otros ambientes culturales de la época fueron los postulados realizados en las ciencias biológicas. En 1838, el botánico alemán Matthias Schleiden propuso que la célula constituía la unidad estructural común de los seres vivos. Al año siguiente, Theodor Schwann sentó las bases que marcarían el desarrollo de la citología y la histología. Pero la teoría que revolucionó todos los campos de la cultura fue la teoría de la evolución, que puso fin a la vigencia del vitalismo imperante hasta entonces para explicar los fenómenos biológicos. Su creador, Charles Darwin, la propuso en 1859 en su libro El origen de las especies a partir de las numerosas observaciones que efectuó entre 1831 y 1836 en un viaje que realizó por América del Sur. (Geymonat, 1985).
Pese a las evidencias demostradas en la publicación de Darwin, a fines del siglo XIX y principios del XX se advierte un rechazo del principio de selección natural en los círculos de naturalistas y un nuevo impulso de validación de las teorías vitalistas. Esa posición se enfrentó a la de los reduccionistas, quienes limitaban los fenómenos vitales a meros procesos físico-químicos (Pinar, 1999).
...En una angostura del valle producida por la súbita erupción de un derrame de toba traquítica, que atraviesa en este punto el curso del cajón en dirección del Sur al Norte, está establecida una especie de guardia que mantiene el gobierno arjentino en este sitio para percibir no sé qué derechos...
El diario de viaje. Análisis.
A finales del siglo XIX no era raro que la cobertura económica de los viajes exploratorios fuera realizada por los mismos científicos cuando pertenecían a familias acaudaladas, cuando no, debían buscar el soporte económico en amigos filántropos. En otras oportunidades prestaban servicio de prospección científica a un determinado gobierno, tal son los casos de otros dos científicos alemanes, Gustavo Niederlein en Argentina, que acompañó a las tropas de Julio A. Roca durante la campaña al desierto colectando y elaborando una completa lista de las plantas que encontró durante ese periplo (Niederlein, 1890), volviendo a Chile, no podemos dejar de mencionar la tarea llevada a cabo por Rodulfo A. Philippi en Chile quien fue comisionado para ordenar el Museo Nacional de Historia Natural y el Jardín Botánico de Santiago y para lo cual realizó extensas campañas en territorio chileno y argentino, o el de su hijo Federico con su Viaje a la provincia de Tarapacá al concluir la guerra del Pacífico en 1883. (Philippi, 1891; Muñoz-Shick. & Prina, 1987).
En su diario de viaje, Leybold pone de manifiesto las dificultades que existían entonces a la hora de efectuar estudios biológicos que requerían no solamente de sumas importantes de dinero para financiar las expediciones, sino también de una indispensable cuota de coraje por parte del investigador.
En algunas ocasiones, él mismo destaca que debió recurrir a otros colectores para valerse de los ejemplares necesarios para las descripciones que debía realizar. Menciona, por ejemplo, que se hizo traer vivas varias especies, entre ellas a la mara (Dolichotis patagonum) y la vizcacha (Lagostomus maximus) para poder observarlos mejor vivos y en sus costumbres peculiares.
A fines del siglo XIX aún prevalecía las ideas con la que se abordaban los estudios en el campo biológico en el siglo anterior. En este sentido la investigación estaba dirigida a formar colecciones y confeccionar catálogos. Si bien no conviene comparar la forma de hacer ciencia en esa época con la actual, pues las diferencias demarcan diferentes concepciones y una educación científica distinta, vale la pena traer a colación este caso, pues a partir de esos modos de hacer ciencia se cimentan las nuevas formasy si bien hoy se siguen haciendo inventarios y catálogos de flora y de fauna, los objetivos y las perspectivas no son los mismas.
Sin embargo, ya eran muchos los que adherían a las teorías evolucionistas en un tiempo en que se enfrentaban con quienes defendían aquellas enunciadas por Cuvier. que postulaban la aparición de distintas floras y faunas tras la irrupción de catástrofes naturales. Federico Leybold, estaba influido por las concepciones de la escuela alemana de la Naturphilosophie, que resaltaba los estudios morfológicos de animales y plantas destacando las características comunes de los grupos más importantes, y en algunos párrafos de su diario parece simpatizar con las ideas evolucionistas:
...Acontéceme con estas dos plantas, lo que habrán esperimentado como yo muchos otros observadores: que en el herbario es mui fácil distinguir i clasificar dos ejemplares; pero cuando se ven las múltiples formas de la vejetación en su lugar propio, propicio o adverso; en terreno ora húmedo, ora árido, aquí en suelo volcánico, allá en un substrato calcáreo o ferrujinoso; finalmente en una altura mas o menos elevada sobre el mar; entonces es cuando el observador atento se convence incontestablemente de que la naturaleza no obra dentro de los estrechos límites que algunos espíritus se obstinan en suponerle; sino que se desarrolla constantemente, cambia de continuo, i eternamente tiende a perfeccionarse...
Además de la recolección de ejemplares, las actividades en el terreno eran puramente de observación y eventualmente de enunciación de hipótesis. La experiencia científica conforme hoy se entiende en el campo de las ciencias no existía en la práctica de los viajeros de aquella época. Un ejemplo de esto se puede comprobar al respecto del hallazgo de una especie, la Gentiana prostrata. Esta planta había sido encontrada por Leybold en los Alpes meridionales en viajes anteriores, y el naturalista no podía explicar su presencia en una región tan austral:
...No poco me sorprendí al hallar en este hemisferio austral la Gentiana prostrata, la cual me había acostumbrado a considerar como exclusivamente hija de los riscos dolomíticos del Val di Fassa... Sin embargo, aquí no era posible duda alguna: esta es la misma Gentiana prostrata, la que embellece con sus pequeños cálices azúreos las piedras húmedas, si bien aquí su substrato no es calizo sino porfírico i sienítico.......¿ Pero cómo vino a emigrar la Gentiana prostrata desde el continente europeo al hemisferio casi antártico, desde los Alpes Rháeticos y Nóricos, hasta los Andes de Chile?...
Cabe destacar que muchas de las observaciones realizadas eran cuidadosamente medidas. Para esto era necesaria una serie de instrumentos de alta precisión para entonces. En algunas ocasiones, al ser recientemente fabricados a pedido, se aprovechaban estos viajes exploratorios para ajustar sus mediciones por contraste con otros análogos que cada científico tomaba como confiables. Entre los instrumentos que Leybold utilizó en su viaje estaba un barómetro, para medir alturas sobre el nivel del mar y presiones atmosféricas. Además, en un momento en el que deseó tomar mediciones de la humedad atmosférica dice:
...Sentía la falta de un cianómetro para constatar el hecho mediante algunas observaciones .
Las intenciones de cuantificar lo observado excedían los aspectos físicos del terreno por donde se transitaba. Todo lo colectado era concienzudamente descrito y cuantificado en la medida de lo posible. Las plantas que reportaban un beneficio económico y las vertientes cuyo origen subterráneo se desconocía eran tomadas en forma de muestras, que luego se mandaban a analizar:
...En un punto algo mas arriba de estas dos vertientes manan varias fuentes de agua salobre, la cual tiene una temperatura de 104 Fht. Esta agua es cristalina e inodora a1 salir de las entrañas de la tierra; pero después de estar embotellada un par de meses, se desarrolla un fuerte olor a hidrójeno sulfurado; el que parece ser resultado de un cambio químico de las sales que contiene.
La análisis de esta salina me ha dado en cien partes de agua:
Cloruro de sodium 6.70
Sulfato de cal 0.25
Sulfato de magnesia 0.13
Indicios de fierro i de petróleo....
Estas cuestiones también revelan el objetivo utilitario de las prospecciones sobre los recursos naturales. Es para destacar las coincidencias con el espíritu imperante en esos tiempos de expansión económica, de búsqueda de materias primas y de nuevos mercados, las opiniones de este europeo que realiza su recorrido exploratorio a través de una ruta que representa una vía de comercialización entre Chile y Argentina principalmente de ganado vacuno.
Las dificultades que encontró Leybold en ese trayecto, debido sobre todo a la mala calidad de los caminos y los pasos a través de las montañas quedan reflejadas en las hojas de su diario en las que se hace eco de las expresadas por los intelectuales emprendedores de su época:
...Grave falta juzgo el que la, administración, cuyo principal deber es velar por el buen estado de las vías que facilitan el comercio, no haya tomado a su cargo el importantísimo trabajo de abrir esta funesta barrera. Tengo la firme convicción de que el trabajo, dejaria espedita esta mala pasada de matavacunos, con cincuenta peones i cinco libras de nitro-glicerina, en menos de tres meses. Lo que falta aquí es un poco de enerjía i empuje yankee...
Asimismo las ideas de colonización agrícola que manifiesta más adelante son concordantes con las de las minorías intelectuales contemporáneas, las que encontraron una fuerte confrontación con el tradicionalismo vernáculo de ambos lados de la cordillera. La aplicación de este modelo ideológico tuvo consecuencias importantes en el desarrollo histórico y cultural de ambos países al igual que en el resto de Latinoamérica:
...Cuantos trabajadores europeos de aquellos avezados en el trabajo penoso de toda una vida, no encontrarían aquí un paraíso terrenal, i una segura prenda de felicidad para sus hijos! Pero parece que un espíritu malévolo, una idea diametralmente opuesta i hostil a1 verdadero progreso, reina en estas rejiones apartadas, que, cual el perro del hortelano, ni come, ni deja comer...
En conformidad con este pensamiento de progreso agrícola, la opinión más generalizada entre los biólogos era drástica, respecto de aquellas especies de animales que representaban un factor de daño o peligro para la actividad productiva. La idea del exterminio era la más aceptada, idea que prevaleció hasta mediados del siglo XX, cuando las teorías de la conservación biológica comenzaron a adquirir mayor gravitación en los circuitos científicos internacionales. Un ejemplo de esto es la referencia que hace Leybold a propósito de la vizcacha:
...Sin embargo esta cualidad no equivale al deterioro e inmenso daño que producen estos vichos en los campos; y seria una cuestión de vida o muerte para la venidera agricultura la exterminación de ellas como la de una sociedad oculta y tenebrosa, que mina, sangra, i destruye a la sordina todo un estado!...
Y en forma similar con el cóndor y el puma:
Pero todo esto cambiará: para los buitres se ha descubierto la estricnina, la cual, esparcida sobre un animal muerto con este objeto, mata a todos los comensales de tan asqueroso festín, cuyo número llega a ser crecidísimo algunas veces. La estricnina, colocada en la enterrada presa, que el león esconde i tapa con ramas, acaba mui luego también con este merodeador nocturno...
Las ideas de progreso agrícola ganadero llevaron a posiciones extremas tanto en sus apreciaciones como en la práctica. En este esquema no encajaban las culturas nativas de América, y eso significó un serio obstáculo para los proyectos que había sobre estas tierras. Las teorías de la selección natural expuestas por Darwin especialmente al hacer referencia de la supervivencias de los más fuertes parecían estar hechas a medida para aplicarlas a las leyes sociales, y fue en este marco que se cometieron los crímenes de lesa humanidad que atestiguan las cronologías de ese tiempo. Una vez más, la ciencia otorgaba un paraguas protector a la moral de la época:
La jente que habita este estremo del mundo civilizado vive siempre con una mano sobre el puñal, i con un pie en el estribo, porque las frecuentes invasiones de indios la obligan a veces hasta a abandonar su miserable rancho para dormir en algún escondite en los cerros, de miedo que el sol de la mañana siguiente no los cuente en el número de los muertos ...I finalmente, el feroz indio, que tantas pruebas ha dado de que es incapaz de entrar en la senda de la civilización i del trabajo, perecerá a manos de sus propios vicios, i bajo el pié del armado colono...
En este párrafo se puede advertir la idea de la extinción de razas que no se adaptan a los cambios en el medio, una posición fuertemente vinculada al darwinismo social. Para la moral de la época, las costumbres que no encajaban con el modelo europeo, eran rechazadas y se consideraban una fuente de degeneración heredable. También la influencia prolongada a las malas condiciones de la vivienda o del trabajo, formaban el terreno adecuado para generar enfermedades como la tuberculosis y aquellas enfermedades consideradas degenerativas de la raza humana. (Campos Marín & Huertas, 1999).
A modo de colofón, nos pareció oportuna la cita de un párrafo del libro de Mary Louise Pratt a propósito de las visiones europeas y en relación con el famoso texto de Alejo Carpentier en el que se refiere a una anécdota protagonizada por Goethe. En 1831, contemplando un dibujo de un paisaje donde él planeaba construir una casa de campo, Goethe escribió complacido que el lugar era razonable y pacífico; y expresó la esperanza de que, como él mismo, la naturaleza allí hubiera abandonado sus febriles y alocados cataclismos para adoptar una belleza circunspecta y complaciente. Carpentier, le replicaba a Goethe, ...arquitecto de la Ilustración.., en términos americanistas: puedes construir la casa que desees, dice, pero nuestro continente es un continente de huracanes (...), ciclones, terremotos, mareas, inundaciones (...), una naturaleza incontenible, guiada aún por sus impulsos primigenios...
Bibliografía
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GEYMONAT, L. 1985. Historia de la Filosofía y de la Ciencia. 3. El Pensamiento Contemporáneo. Editorial Crítica. Barcelona. 416 pp. ISBN:84-7423-277-5.
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NIEDERLEIN, G. "Plantas medicinales", en: S. Alcorta, Ed., La República Argentina en la Exposición Universal de París de 1889. Colección de informes reunidos, Publicación Oficial,
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PHILIPPI, R.A. 1891.Catalogus Praevius Plantarum in itinere ad Tarapaca a Friederico Philippi lectarum, Anal. Museo. Nac. de Chile 8, 2 ed.: 1-96.
PINAR, S. 1999. Darwinismo y Botánica. Aceptación de los conceptos darwinistas en los estudios botánicos del siglo XIX en España, en T.F. Glick et al, ed., El darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de México. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ediciones Doce Calles, México, p. 133-152.
PRATT, M. L. 1997. Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación. Ed. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires. 385 pp.
Citar este artículo como: W. A. MUIÑO & A. O. PRINA. 2004. Naturalistas alemanes del siglo XIX en Sudamérica: el viaje exploratorio de Friedrich Leybold de 1871. Chloris
Chilensis. Año 7. Nº 2. URL: http:www.chlorischile.cl.