Año 22. Nº 2


OBSERVACIONES SOBRE LAS ORQUÍDEAS CHILENAS

Remark upon the Orquideous Plants of Chile.

 

John Lindley

 

(Traducción: Patricio Novoa, investigador asociado, Jardín Botánico nacional, Viña del Mar. Chile).

 

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Prólogo del traductor

 

John Lindley (1799 - 1865), escribió en este pequeño artículo de 1827 el primer análisis biológico-filogenético de las especies de orquídeas de Chile, que incluye, además, la descripción de nueve especies. Antes que él, numerosos botánicos como Lamarck, Poiret, Willdenow, Commerson, Persoon y Richard, habían nombrado, transferido o hicieron nuevas combinaciones para las cuatro orquídeas chilenas dibujadas por Feuillée en 1714, a la que se agrega Arethusa lutea descrita por Gaudichaud-Beaupré en 1826 y que más tarde Brongniart renombrara como Chloraea gaudichaudii, pero todas fueron descripciones sin un estudio o un análisis relacional. En este escrito Lindley detalla las numerosas interrogantes sobre las escasas especies de orquídeas conocidas para Chile hasta esa fecha y deduce notablemente la relación de nuestras especies con algunos géneros de Australia reconociendo, de paso, la singularidad de la flora de Chile. 

 


Se ha hecho mucho en la investigación de la flora de América del Sur y hay que confesar que todavía estamos lejos de concluir cualquier noción definitiva sobre la botánica de ese vasto continente; pero si esto es cierto para la flora de América del Sur, en general, lo es mucho más con respecto de las provincias más meridionales y especialmente en relación con Chile.

 

En los trabajos científicos, el número de plantas registradas como nativas de esa región son muy pocas en comparación con lo que, por analogía, se presume que contiene, por lo que la botánica de este país puede considerarse como casi completamente desconocida. Es cierto, de hecho, que una adición considerable a la lista conocida de plantas chilenas podría hacerse a partir del estudio exhaustivo de ciertos herbarios privados; pero en lo que respecta al mundo científico en general, la declaración anterior es estrictamente precisa.

 

Del abundante material relacionado con la vegetación de Chile que existe, se deriva mucha información de toda naturaleza; pero ninguna fuente tan extensa, tal vez, como la colección formada por James Mc Rae para la Horticultural Society. De ella he seleccionado la curiosa tribu[1] de Orquideous[2] como el tema de los siguientes comentarios.

 

La distribución de Orchideæ[3] con respecto a la superficie del globo hasta ahora apenas ha ocupado la atención del botánico geográfico. No se puede esperar que nuestra noción al respecto, adquiera un grado considerable de precisión. Existe tanta dificultad para preservar especímenes secos de esta tribu de plantas y para su determinación cuando se conservan que, con la excepción de Europa y América del Norte, no podemos concebir la proporción que tienen sobre la flora del mundo o de la relación que tiene la forma de sus flores con la de otra subfamilia (Nota del traductor: se refiere a la subfamilia Orchidaceae).

 

Sin embargo, algunos hechos sorprendentes parecen ser claros, los que pueden servir como base para la observación futura y que son dignos de consideración, pues parecen indicar que en las partes diminutas de la estructura de Orchideæ y su economía general, existe una conexión estrecha que actualmente no es susceptible de explicación.

 

En los países extratropicales, las especies crecen en la tierra, entre la hierba, sustentada por raíces carnosas o fasciculadas, la mayor parte pertenece a géneros con masas de polen descompuestas, o, más correctamente hablando, con su polen en un estado muy incompleto de cohesión[4]; - por otra parte están aquellas con masas de polen sólidas y apéndices glandulares que no existen en absoluto[5], como en Europa y el norte de Asia, y que no constituyen más de una decimotercera parte del total, al igual que las que crecen en América del Norte, y tal vez, en el cabo de Buena Esperanza; y por último, aquellas con polen sólido, sin apéndices[6], que no excedan esa proporción, o que sean completamente desconocidas, como en el extremo sur de África. En los trópicos, este orden parece invertirse: allí, en su mayor parte, las especies se encuentran en los árboles o crecen en bosques en descomposición, sus raíces ya no son fasciculadas y carnosas, sino adaptadas para aferrarse a cuerpos extraños para soporte y nutrición; el polen es sólido y generalmente está equipado con un aparato glandular. Pero ya sea en países intra o extratropicales, parece ser una ley general que las especies se encuentran en todas partes con su polen y columna en al menos cinco de las siete modificaciones diferentes que estos órganos son susceptibles. En esto no incluyo Cypripedium, que es un género con un carácter peculiar[7], y solo se conoce en el hemisferio norte.

 

Según la ley que acabo de decir, conozco solo dos excepciones, ambas muy notables; uno es el cabo de Buena Esperanza y el otro Chile. En el sur de África, las especies de la tribu Orquideae consisten completamente en Ophrydeæ, pero en una estructura bastante peculiar y solo hay una Neottiea y muy pocas Vandeæ. Los géneros son estrictamente lo que el Sr. de Candolle llama “endémico”; son numerosos y extremadamente diferentes entre sí, aunque no es posible rastrear una afinidad inmediata entre ellos y los géneros de otros distritos, excepto las islas de Francia[8] y Madagascar, y el distrito más equinoccial del continente africano. En general, cualquiera que sea la peculiaridad que se pueda encontrar en la colonia del cabo de Buena Esperanza en cuanto a los géneros que la habitan, no existe una gran desviación de la proporción general que los géneros y las especies tienen en la superficie del distrito que ocupan.

 

Pero con Chile, el caso es muy diferente. En este país, que a los ojos de los geógrafos botánicos, forma una región vegetacional en sí misma que se extiende a través de veinte grados de latitud sur, y que como superficie varía con toda la irregularidad posible desde la montaña cubierta de nieve eterna, ricos valles y extensas llanuras, en este momento no hay registros de más de tres especies de orquídeas y éstas solo se conocen por las figuras y por la descripción imperfecta de Feuillée.

 

A este número, ahora tengo que agregar nueve especies nuevas, junto con algunas observaciones sobre las tres registradas anteriormente. Al final de estas observaciones, se verá que, después de tener en cuenta las especies publicadas e inéditas de Orquideæ chilenas, esa porción de la flora comprende sólo cuatro géneros, tres pertenecen a Arethusæ y otro a  Neottieæ; y existe una fuerte razón para creer que estos no son los únicos géneros de Orquideous que existe en Chile, y que constituyan la forma completa de esa parte de la vegetación que representan. Entre la extensa colección de dibujos realizados por el Sr. Miers, durante una larga y activa residencia en Chile, no observé nada que contradijera esa opinión.

 

Las especies de Chloraea, Bipinnula y Asarca están absolutamente confinadas a la provincia (Nota del traductor: de Chile) y a la de Buenos Aires; mientras Spiranthes es uno de los géneros más difundidos de todos los géneros conocidos, especies que se han encontrado en las partes templadas de Europa y Siberia, en el norte de la India y Nueva Holanda (Nota del traductor: actual Australia), en las islas del archipiélago indio, en la costa del sur de África, en América del Norte, en las Indias Occidentales, en Brasil y, por último, en Chile; en resumen, solo hay cinco de las veinte regiones botánicas, en las que la superficie del globo está dividida por escritores sobre geografía botánica, en las que Spiranthes aún no se sabe si existe y la analogía, nos lleva a creer que en tres de estos cinco lo encontrarán futuros investigadores.

 

Es muy curioso que las afinidades botánicas de Chloraea, Bipinnula y Asarca, géneros endémicos de la provincia, no estén íntimamente relacionadas con las de otros géneros de América del Sur o de Nueva Holanda. Si bien son totalmente diferentes a Stenorhynchus, Cranichis, Ponthieva y Prescottia, todos los géneros son exclusivamente americanos, y representan en el territorio americano a las numerosas tribus[9] de Arethuseae peculiares de Nueva Holanda, y especialmente a algunas especies de Liperanthus y Caladenia. Chloraea galeata tiene mucho el aspecto de la especie de Nueva Holanda Perostylis rufa en un estado gigantesco; e incluso Prasophyllum fimbriatum del mismo país que tiene una estructura muy análoga a la de Bipinnula plumosa.

 

Ahora procedo a establecer el carácter técnico y la historia botánica de las plantas que son los temas de estas observaciones.

 


Citar este trabajo como:

 

Lindley, J. 1827. Remark upon the Orquideous Plants of Chile. Quarterly Journal of Sciences, Literature and Arts. January to June. Pp. 43-47. Traducción para Chloris Chilensis de Patricio Novoa, Enero de 2020.


 

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[1] Tribu Arethuseæ, a la cual pertenecían, sensu Lindley, todas las orquídeas Chilenas, incluida Codonorchis lessonii con excepción de Spiranthes diuretica (actual género Brachystele) que pertenecía a la tribu Neotteæ.

[2] Orquídeas, nombre genérico.

[3] Subfamilia a la que pertenecían, sensu Lindley las tribus I Malaxideæ, II Epidendreæ, III Vandeæ, IV Ophreæ, V Arethuseæ y VI Neotteæ.

[4] Se refiere a masas de polen “polvoso” o granular característico de las tribus IV, V y VI

[5] Tribus I y II

[6] tribu Vandeae?

[7] Poseen dos anteras.

[8] Probablemente las islas francesas del océano Índico.

[9] léase Divisiones