Año 4: Nº2


Diversidad biocultural subantártica: una mirada desde el Parque Etnobotánico Omora

 Ricardo Rozzi 1, Christopher Anderson, Francisca Massardo & John Silander Jr.

(1: omora@eudoramail.com)

“En las alturas de Los Andes, en tiempos ancestrales Viracocha emergió del lago Titicaca y creó el sol con su luz, la lluvia y el agua con sus lágrimas, el cielo, las estrellas, los seres humanos y los otros seres vivos que pueblan la región. En la “Puerta del Sol” en Tiahuanaco, permanece hoy en silencio la figura de Viracocha esculpida en piedra  hace unos 2200 años y que mira hacia la salida del sol. Esta representación de Viracocha está rodeada por 48 figuras aladas, entre ellas 32 poseen rostros humanos y 16 poseen rostros de cóndor. Esta figura nos recuerda cuán ligadas están las naturalezas humanas y las de las aves, como el cóndor, los ecosistemas con sus lluvias, ríos y lagunas, el sol, la luna, las estrellas y el conjunto de seres que habitan los cielos, las aguas y los suelos.

Para la cultura mapuche el cóndor o mañke es el rey de las aves que simboliza también a la Cordillera de los Andes puesto que, además de su gran tamaño, lleva los colores blanco de la nieve y negro de las rocas y minerales. Este rey de las aves vuela a gran altura y reúne las virtudes fundamentales. Mañke es, a la vez, Kimche o persona sabia, Norche o persona que ama la justicia, Kümeche o persona bondadosa y Newenche persona poderosa o gobernante (Aillapán &  Rozzi  2001) .

El rey de las aves es también el ave nacional de Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile y sobrevolaba hasta hace poco toda la Cordillera de los Andes desde Santa Marta Colombia hasta el Cabo de Hornos en el extremo austral de Sudamérica. Abundaba también en los terrenos ocupados hoy por centros urbanos como Mérida, Bogotá o Santiago, donde el cerro Manquehue en la capital de Chile significa lugar de cóndores (mañke = cóndor; hue = lugar).

Paradójicamente, el cóndor se encuentra hoy amenazado de extinción y junto con el ave se encuentran también amenazadas de extinción los valores culturales de los incas que veneraban a viracocha y los mapuche que admiraban a mañke. Así, con la extinción de mañke en los centros urbanos neotropicales desaparecen también las virtudes fundamentales de la sabiduría (kim), justicia (nor), bondad (küm) y disciplina (newen) cultivadas por este rey de las aves neotropicales”.

Este extracto del prólogo que inicia el libro “Elementos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas” (Rozzi, 2001)  expresa cómo para la comprensión y la conservación de la biodiversidad, las dimensiones biológicas y culturales son inseparables. El cóndor nos recuerda: 1) que los problemas de la conservación biológica atañen tanto a los seres humanos como a los otros seres vivos, 2) que la diversidad biológica y cultural están indisolublemente integradas, y 3) que el bienestar social y la conservación biocultural vuelan juntos.

Estas relaciones recíprocas entre los seres humanos y la diversidad biológica, nos llevan a optar por el término diversidad biocultural. Este término tiene fundamentos teóricos y prácticos. En primer lugar, somos nosotros, los seres humanos, quienes conocemos la diversidad biológica, por lo tanto, las observaciones que hagamos dependerán de nuestras categorías de distinción y voluntades cognitivas. En consecuencia, la construcción e interpretación del concepto biodiversidad conlleva un ineludible componente cultural.

En segundo lugar, los seres humanos somos una especie biológica más entre las millones de especies que participan en la estructura, los procesos y la composición de los ecosistemas. Por lo tanto, los seres humanos formamos parte de la biodiversidad. Aún más, en gran medida la diversidad de formas de vida que encontramos en nuestra vida cotidiana reside en las variaciones culturales. Así, la experiencia de la diversidad radica también en los encuentros con personas diversas. En consecuencia, los seres humanos no somos meros observadores o custodios de la diversidad de formas de vida sino que somos actores dentro de ella.

Ambos dominios, la diversidad biológica y la diversidad cultural, están hoy amenazados por la expansión de un sistema unidimensional, de libre mercado, que valora la uniformidad y la consistencia para producir bienes de consumo y que desvalora la incertidumbre como obstáculos para la inversión y el comercio (Lemons 1996). En este contexto, las políticas económicas prestan poca atención a las peculiaridades de los sistemas ecológicos y culturales locales. Más bien importan e imponen prácticas productivas basadas en especies, tecnologías y culturas exóticas que reemplazan y suprimen a los diversos paisajes y especies que alimentan, a su vez, la diversidad cultural. Como señala McNeely (1995), director del programa de biodiversidad de la IUCN: El mundo se está convirtiendo en un único sistema de comercio global, trayendo nuevas tecnologías, nuevas aproximaciones y nuevas presiones para explotar los recursos naturales, … que suprimen a las formas de manejo de recursos que las comunidades locales han desarrollado en el curso de su larga experiencia para sobrevivir en un mundo incierto. Aquellos sistemas locales altamente diversificados y adaptados a condiciones ambientales locales están siendo rápidamente reemplazados por una cultura mundial caracterizada por altísimos niveles de consumo, al menos para una minoría privilegiada  (McNeely 1995).

Este proceso de homogeneización y globalización afecta al planeta entero. Aún áreas remotas como la región subantártica de Chile, el archipiélago del Cabo de Hornos y la ciudad más austral del mundo, Puerto Williams, son afectadas por esta ola que va suprimiendo tanto la diversidad biológica como la diversidad cultural. Las barreras para el aislamiento geográfico (que contribuye tanto a la formación de nuevas especies biológicas como de nuevos lenguajes y culturas) se han eliminado en esta era de las comunicaciones. En este contexto, la aproximación del Parque Etnobotánico Omora procura reforzar el conocimiento de los componentes, procesos y relaciones entre la diversidad biológica (terrestre, dulceacuícola y marina) y la diversidad cultural (yagán, chilota, colonos europeos) en la Comuna del Cabo de Hornos. Este mayor conocimiento y la comprensión de las relaciones entre los componentes ecológicos y culturales de los sistemas locales, debiera contribuir a una mejor articulación de éstos con el sistema global.

En la primera parte de este ensayo miraremos cómo la indagación científica realizada por investigadores del Parque Etnobotánico Omora alimenta y transforma la comprensión de la biodiversidad en el extremo austral. En la segunda parte consideraremos cómo esta comprensión inspira y modifica las relaciones sociales entre las personas y entre ellas y los ecosistemas. 

Los bosques en miniatura: un mundo por descubrir

El cóndor fue el ave más nombrada por los alumnos de la mayoría de los cursos en el Liceo C-8 de Puerto Williams, en sus respuestas a una pregunta que consultaba por las cinco primeras especies de aves que cada alumno recordaba
(Fig. 1). La justificación de esta respuesta mencionaba al cóndor como ave nacional de Chile, porque aparece en el escudo nacional o por su gran tamaño y belleza (Rozzi, & Marín 2001). Estas justificaciones expresan un decisivo “lente cultural” en la mirada de la diversidad biológica.

Un marcado sesgo cultural tuvo también la respuesta referida a plantas más recordadas, donde la rosa ocupó el primer lugar en 4 de los 5 cursos encuestados (Fig. 2). La rosa era la flor predilecta de los romanos para quienes las flores y el agua de rosas era un elemento de lujo y sensualidad indispensable, que más tarde en el medioevo dio origen a los perfumes y aceites de rosas (Touw 1982). Las rosas tienen también variados e intensos simbolismos religiosos que van desde un repudio por su carácter sensual hasta un alto aprecio por su papel en varios milagros, como el de la Virgen de Guadalupe y la aparición de la Virgen María que da origen al Rosario. Así, el protagonismo de la rosa entre los alumnos del liceo más austral del mundo expresa también el protagonismo que tiene hoy la cultura europea en esas latitudes. El manzano, que fue la segunda especie de planta más nombrada, también tiene un claro referente bíblico y cultural europeo.

Con otro lente de origen europeo, una lupa de bolsillo, inventada por Roger Bacon, filósofo y científico inglés del siglo XIII, Omora comenzó a escudriñar un grupo de organismos más pequeños y postergados socialmente que la rosa y el cóndor, pero que proliferan en la región del cabo de Hornos: los musgos y los líquenes. Sobre los troncos caídos o las ramas de los árboles antiguos, en las rocas del litoral o de las cumbres montañosas, sobre los suelos húmedos y las turberas crecen exuberantes alfombras de especies de musgos cuya ecología y taxonomía es aún poco conocida
(Fig. 3). En sólo dos expediciones se han identificado ya dos especies de musgo nuevas para la ciencia (Shaw & Goffinet 2000). Ya sabemos que en la Región de Magallanes existen al menos 450 especies de musgos, que representan el 58% del total de especies de musgos de Chile (He 1998). Así, la XII Región es la más diversa de Chile si consideramos los musgos (Fig. 4). Este hallazgo contrasta con grupos de organismos más estudiados, como árboles, arbustos o aves, cuya riqueza, en cuanto al número de especies (Fig.4), decrece hacia las latitudes más australes (
Villagrán, 1994; Armesto et al. 1998). De esta manera, así, como la selva valdiviana es la región de los alerces, las enredaderas y los arrayanes, la selva del Cabo de Hornos es la región de los bosques en miniatura con musgos y líquenes de las más variadas formas y colores.

La alfombra de líquenes y musgos parece desempeñar un papel ecológico fundamental en los ecosistemas subantárticos, donde contribuye a la formación de suelos, la fijación de nitrógeno y los ciclos de nutrientes en general, como también a la regulación de los flujos hídricos y la calidad de las aguas. Tal como la identidad y la diversidad de las especies debe ser determinada, el papel ecológico de los musgos y líquenes requiere aún mucha investigación. En regiones del Hemisferio Norte comparables a la región del cabo de Hornos los musgos constituyen importantes elementos de construcción y material absorbente para los episodios menstruales, para la preparación de pieles o como “papel higiénico” (Holloway & Alexander 1990). Además, recientemente se han determinado propiedades anticancerígenas para extractos de musgos del Pacífico Noroeste (Spjut et al.1988). Este grupo de organismos es, entonces, especialmente apropiado para ilustrar la importancia de la investigación científica para la determinación de los componentes de la biodiversidad y sus interacciones ecológicas, incluyendo aquellas con los seres humanos.

 El lenguaje de las aves

Un antiguo relato yagán refiere que en los bosques del archipiélago del Cabo de Hornos el carpintero negro o lana, acompañaba a las mujeres yaganes cuando recolectaban dihueñes en estos bosques. El abuelo yagán (Juan Calderón) relataba que el origen de esta hermosa ave de los bosques australes se remontaba a tiempos ancestrales, cuando todavía los pájaros eran humanos. En aquellos tiempos, un chico se enamoró de su hermana y procuraba cualquier triquiñuela para encontrarse y dormir junto a ella. Su hermana había notado esta intención y esquivaba a su hermano cada vez que él la buscaba, evitando relaciones prohibidas, pero en el fondo ella también quería estar junto a él, y a la vez no. El hermano, seguía pensando en pretextos para atraerla fuera del akar o ruca. Un día descubrió grandes frutos de chaura roja, en el claro de un bosque y fue raudamente a contarle a su hermana: “he encontrado enormes chauras en un lugar del bosque, deberías ir y recogerlas”. La hermana tomó presta su canasto y se internó en el bosque, mientras su hermano la siguió sin que nadie lo notara y se escondió en un lugar cerca donde tendría que pasar su hermana. Una vez que ella había llegado, él se lanzó y la abrazó, y juntos cayeron al suelo dando curso a su amor. Cuando se levantaron se convirtieron en pájaros y volaron como lana.  Desde entonces viven juntos en los bosques y el hermano lleva sobre su cabeza un penacho rojo que recuerda el color de aquellos grandes frutos de la chaura (Zárraga, et al. 2001). Esta historia del pájaro carpintero (Campephilus magellanicus) o lana (su nombre yagán) está incluida en la primera parte de la “Guía Multiétnica de Aves de los Bosques Templados de Sudamérica” que Omora ha elaborado con el apoyo del Fondo de las Américas. En ella una pareja de hermanos se transforma en pájaros carpinteros expresando con ello, una noción de profundo parentesco entre las aves y los seres humanos. Tal relación no es completamente ajena a la visión evolutiva científica, que establece que todos los seres vivos compartimos un origen común. Más allá de la exactitud en el grado de correspondencia entre la cosmogonía yagán y la teoría evolutiva, ellas comparten la noción de un origen común para los seres humanos y las especies biológicas. Se establece así un sentido de parentesco que  promueve _o debería promover_ un respeto ético por la biodiversidad.

Aldo Leopold, (1949) señala que “hace más de un siglo que Darwin proveyó una mejor comprensión sobre el origen de las especies. Ahora sabemos algo que era desconocido para las numerosas generaciones anteriores: los humanos son sólo compañeros de viaje con otras especies biológicas en esta “odisea de la evolución”.  Tal conocimiento debiera habernos inculcado ya un sentido de parentesco con otros seres vivos, un deseo de vivir y dejar vivir, un respeto ético por nuestros parientes cercanos y lejanos”. Este sentido ético, basado en una noción de parentesco, se encuentra en numerosas cosmogonías indígenas americanas con prolongada antelación a la formulación de Darwin y Leopold (Rozzi & Massardo 1999). De esta manera, descubrimos a la vez importantes diferencias y similitudes entre la historia yagán y la perspectiva científica. Sin embargo, hoy confrontamos una gran asimetría entre los relatos indígenas y aquel de la cultura globalizante. Tal como experimentamos una ola de pérdida de especies biológicas, sufrimos también una pérdida lingüística  aún más acelerada. Entre el 1 y 10% de las 6.500 lenguas existentes en la actualidad desaparece cada década (Robins & Uhlenbeck 1991). Sólo 10 lenguas concentran a más del 50% de la población humana, mientras que menos del 0,002% habla 3000 de las lenguas indígenas (Krauss 1992).

El relato del pájaro carpintero refiere su fuente a Juan Calderón, el abuelo de Ursula y Cristina Calderón quienes son hoy las únicas personas que hablan fluidamente la lengua yagán. La versión en castellano, ha sido elaborada, a su vez,  por la escritora Cristina Zárraga, nieta de Cristina Calderón. Una aspiración de la Guía Multiétnica de Aves elaborada en Omora, es contribuir al traspaso de este idioma a las generaciones jóvenes y con el lenguaje recuperar algunos de los valores y prácticas culturales. No sólo lana, en cuanto nombre yagán y en cuanto especie biológica están en peligro de extinción, sino también el hábito de recolectar chauras y la concepción de parentesco entre aves, bosques y seres humanos. Frente a la actual crisis ambiental el conocimiento de la diversidad de miradas, como aquella yagán, sobre el entorno natural es fundamental para visualizar modos de vida alternativos. Este conocimiento permite  abrir el espectro valórico y de aspiraciones vitales, de manera que puedan ocurrir cambios en las actitudes frente a la diversidad biológica y cultural.

Cooperación inter-institucional

La investigación científica es necesaria, pero no suficiente para la cabal comprensión, valoración y protección de la diversidad biocultural del extremo austral. Los delicados y reticulados mantos de musgos y líquenes que influyen sobre la calidad de los suelos y las aguas y, por lo tanto, sobre recursos tan valiosos como la centolla y la madera en el extremo austral, deben ser considerados también en las decisiones políticas. En tal sentido, tan importante como los hallazgos de la diversidad y ecología de los musgos y líquenes australes hechos por los científicos, es la admiración por estos bosques en miniatura expresada por S.E. el presidente de Chile, Ricardo Lagos (Fig.5). Asimismo, la mirada del presidente sólo es posible y adquiere sentido por el trabajo conjunto de las variadas personas que participan en el Parque Omora. Más importante que la admiración por los líquenes y musgos, es la comprensión de la diversidad de miradas, conocimientos y voluntades que confluyen en busca del bienestar social y la conservación biocultural, que reúnen al Presidente de la Comunidad Indígena Yagán, a los carpinteros de la comunidad, a las ilustres visitas de los hermanos mapuche, a los antiguos residentes magallánicos, a los trabajadores de la Gobernación y de la Municipalidad, a los profesores y estudiantes de Puerto Williams, y a los representantes de la Universidad de Magallanes, la ONG Omora y de las universidades internacionales (Fig. 6).

Por otro lado, las refinadas historias yaganes adquieren su mayor sentido para quienes son parte de la comunidad yagán y aumentan su valor cuando éstas son miradas desde las humanidades y puestas en práctica en la educación. En tal sentido, la participación en las grabaciones de las historias de los profesores Luis Gómez y Nolberto González, y en los análisis y ediciones de texto de la escritora Cristina Zárraga, es tan importante como la participación de ornitólogos, ecólogos o filósofos. La educación informal es potenciada por la colaboración con el museo local, Museo Martín Gusinde, y especialmente conb el antropólogo y director Maurice van de Maele, y con la Agrupación de Defensores del Medio Ambiente de Puerto Williams (ADEMAWI) y, especialmente con su presidenta Berta Andrades. Al nivel universitario, el proyecto del Parque Etnobotánico Omora, es diseñado y coordinado conjuntamente con la Universidad de Magallanes.

La vivencia y conservación de la diversidad requiere de trabajo de equipos. En tal sentido la coincidencia valórica del proyecto Omora respecto a las aspiraciones de conservación biocultural, equidad y sustentabilidad con los programas y voluntades de la Gobernación de la Provincia Antártica Chilena y la Municipalidad Cabo de Hornos ha sido fundamental para ir construyendo el escenario donde la diversidad biocultural pueda florecer. Para las personas pertenecientes a las comunidades indígenas es extremadamente difícil integrarse a las instituciones modernas, sin abandonar en ellas sus tradiciones culturales. Programas como el de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) del Ministerio de Educación proveen una plataforma desde donde facilitar y promover la convivencia multicultural al interior de las escuelas chilenas. En este contexto, la ONG Omora ha acordado mantener un taller permanente de historia natural en el Liceo C-8 donde se entrecruzan las dimensiones ecológicas, étnicas y técnicas, procurando un equilibrio entre las realidades locales y globales. Con el impulso del alcalde, Sr. José Soto-Passek, del gobernador, Sr. Eduardo Barros, y de los jóvenes profesionales de Servicio País, Omora ha co-participado en la creación de la Oficina de Desarrollo Local. Esta oficina ofrece un espacio para valorar y considerar la diversidad biocultural del extremo austral en alternativas económicas como el turismo ecológico o el establecimiento de una reserva de la biosfera, que potencian el bienestar social y permiten la continuidad de los procesos ecológicos y culturales propios de la delicada región subantártica chilena.

Otro aspecto fundamental en el marco de la cooperación inter-institucional para la protección de la diversidad biocultural ha sido el establecimiento de intercambio y redes con iniciativas y organizaciones similares en otras regiones de Latinoamérica y del mundo. El Parque Etnobotánico Omora es el representante más austral de la Red Latinoamericana de Jardines Etnobotánicos Hermanos (Fig. 7), de la Red de Enseñanza de Ecología en el Patio de la Escuela, y del Programa para América Latina y el Caribe de la National Audobon Society. Se han establecido también acuerdos de cooperación académica y/o intercambios con el Centro de Biodiversidad y Conservación de la Universidad de Connecticut (EEUU), el EcoCentro de Puerto Madryn (Argentina), las universidades norteamericanas de Montana, Washington y Georgia, canadiense de Victoria y alemana de Munich. 

El Parque Etnobotánico Omora

En este contexto la creación del Parque Etnobotánico Omora origina un espacio físico y público donde llevar a cabo las experiencias de indagación y educación acerca de la biodiversidad, y también posibilita poner este conocimiento, métodos y valores éticos a disposición de la comunidad (Fig.8). El parque constituye un espacio abierto para la capacitación formal o informal de guías de turismo. En relación con el Sendero de Chile, el Parque Omora se ha comprometido a otorgar contenidos étnicos y ecológicos al tramo más austral de este sendero en la Isla Navarino.

Con el fin de explicitar los variados ámbitos de actividades del Parque, este se ha definido como:

Un laboratorio natural para estudiar la ecología de los bosques más australes del planeta y  los procesos y efectos del cambio global en la comuna del Cabo de Hornos.

Una sala de clases al aire libre abierta para los alumnos y maestros de escuelas y universidades, y para visitantes interesados en la naturaleza, sus paisajes y sus culturas.

Un espacio público donde ensayar formas de convivencia basadas en la solidaridad y el respeto entre los diversos seres humanos y las diversas especies biológicas.

La evolución nos muestra que la diversidad biológica es dinámica: las especies, los grupos de organismos y las comunidades biológicas cambian a través del tiempo geológico (por ejemplo, la Era de los Dinosaurios en Patagonia, la Era de los Bosques de Nothofagus en la Antártica o los Períodos Glaciales en el Canal de Beagle) y del tiempo ecológico (por ejemplo, el crecimiento secundario de un bosque después de su corte, como ocurre con el renoval de coigüe y lenga que crece a la entrada del Parque Omora luego de que fuera cortado hace unos 60 años para abrir praderas  para ovejas).

La historia nos muestra que la diversidad cultural cambia: las culturas aparecen y desaparecen y cada una experimenta rápidos cambios. Por ejemplo, hace 100 años atrás no existían autos ni aviones en Magallanes, en cambio, hoy se puede viajar entre Punta Arenas y Puerto Williams en sólo 1 hora. Las culturas indígenas también son dinámicas y hoy la Comunidad Yagán realiza su pesca en lanchas a motor. Conservación y cambio representan en los sistemas biológicos y culturales una tensión dialéctica que nos abre una gran oportunidad: el mundo puede ser diferente y no es por lo tanto desquiciado pensar en alternativas a las formas históricas de explotación de recursos en el extremo austral que ha llevado al agotamiento de las ballenas, los lobos marinos, el oro, la madera, las ovejas y podemos imaginar cambios que conserven la integridad de los ecosistemas y las culturas. El mayor desafío para el Parque Omora es participar en los procesos de cambio ecológico y cultural conociendo con la mayor profundidad posible los componentes, relaciones y procesos de la diversidad biocultural y contribuyendo en la medida posible a la continuidad de los procesos evolutivos e históricos de esta todavía desconocida diversidad biocultural subantártica.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Citar este artículo como:

Rozzi, R, C. Anderson, F. Massardo & J. Silander Jr. Diversidad biocultural subantártica: una mirada desde el Parque Etnobotánico Omora. Chloris Chilensis, Año 4, Nº 2.


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